2015



Sobre los apegos (21 de enero de 2015)
Hoy me he quedado sin moto. Después de ocho años mi pequeño scooter ya no está. Veintiseis mil trescientos kilómetros, que se dice pronto para una moto de uso urbano que pasó toda su pequeña vida conmigo recorriendo carreteras, soportando un frío helador en invierno y casi cuarenta grados en verano. No deja de ser un objeto más de esos que se compran y se venden, pero como tantos otros con un importante valor afectivo.

El triunfo de la creación (8 de febrero de 2015)
Pero qué guapos, qué listos y que inteligentes somos todos. Yo es que me maravillo. Hemos llegado a tal grado de desarrollo y perfeccionamiento de la espeWcie humana que aquí hasta el más tonto es capaz de construir una nave espacial sin ayuda. Estamos en el Olimpo del conocimiento, la cúspide de la sabiduría, el cenit de la capacidad del ser humano y hemos de congratularnos por ello. Hemos extinguido al tonto, al inútil, al fracasado y a no sé cuántos especímenes parecidos y nos hemos quedado con la créme de la créme, lo mejorcito de cada casa. Si Darwin levantase la cabeza se daría cuenta de que la evolución de las especies ha concluido con el advenimiento del Homo Smartphoniensis.

 El sentido del sinsentido (10 de febrero de 2015)
Necesitamos tenerlo todo controlado, que el mundo a nuestro alrededor sea predecible, lógico, coherente y racional. Que todo tenga un sentido, una función y una utilidad. Tenemos el derecho y la obligación de ser felices viviendo en un paraíso construido a nuestra imagen y semejanza disfrutando en nuestra ignorancia de todo lo que nos rodea. Y ya lo creo que exigimos que esa obligación se cumpla, al menos hasta que uno cualquiera de esos golpes que nos caen encima sin quererlos nos lleva a comer de la manzana y nos damos cuenta de que estamos desnudos, desvalidos y de que hasta entonces habíamos vivido en un decorado de cartón piedra. No hay ningún ángel que nos expulse de un paraíso que nunca existió porque siempre fue una alucinación interesada que nos permitía escapar a una realidad mucho más hostil de lo que habríamos querido. Al desmoronarse el paraíso comienza una de nuestras grandes luchas: La de la búsqueda de sentido.

Hartazgo cibernético (18 de febrero de 2015)
 No voy a negar que me gusta el cambio que parece estar dando mi vida de unos meses para acá. Parece mentira lo difícil que resultaba desprenderse de ciertos apegos y lo fácil que me resulta en la actualidad, y no sólo en el terreno más afectivo o personal sino también en lo material. Poco a poco van desapareciendo cosas, funciones, costumbres, manías, maneras, usos y todo tipo de superficialidades varias. Me pregunto cómo pude pasar tanto tiempo en cuestiones que ahora parecen absurdas, baladís (¿es este el plural correcto?) y mientras mi memoria sigue difuminándose poco a poco y yo mantengo la esperanza de que lo borrado sea sólo lo que no me interesa, siento cómo me voy simplificando como hizo mi padre, hicieron mis abuelos y espero que hagan mis hijos. Ya se pasó la época de lo público y publicable, del darse porque sí, de aceptar ser un cajero automático y de situar el bienestar de los demás por encima del propio. Estoy en el segundo ciclo.

Hastiado de escribir (5 de marzo de 2015)
Mira que somos sencillos los humanos. Yo diría que más que sencillos somos simples,  monocordes, cansinos, aburridos, por mucho que nos esforcemos en parecer otra cosa. Nuestras vidas, intereses, formas de hacer y temas de conversación se repiten hasta la saciedad mientras nuestras frágiles memorias nos permiten tropezar una y mil veces con la misma piedra sin que aparentemente nos demos cuenta hasta que el número de repeticiones hace imposible la inconsciencia. Qué se le va a hacer, somos así.

Más de lo mismo (12 de abril de 2015)
Me aburren. Estos miembros y miembras del gran sanedrín que tanto abundan. Los que farisaicamente se sientan en el templo a dar gracias a su ídolo por haberles hecho tan perfectos que más virtud no sería posible mientras culpan a los publicanos de todos los males habidos y por haber. Me resultan cansinos, cargantes, miserables y no sé qué más, lo que sí sé es que me resulta difícil soportarlos, cada día más. Quizás tendría que acudir al templo a pedir que se me concediese un poco más de paciencia, pero es que veo que me estoy acercando al mismo punto en que se encontraba Ángel Arroyo cuando lo entrevistaron en Ciclismo a Fondo: «Yo a un gilipollas enseguida lo mando a tomar por culo».

¿Quién soy yo? (8 de agosto de 2015)
No me acuerdo de quién era el que decía que los seres humanos estamos hechos de dos dimensiones y que si tenemos una cualidad también tenemos la opuesta, supongo que sería un ávido lector de filosofía oriental que conocía los vericuetos del ying y el yang, ese círculo en blanco y negro dividido en dos partes cada una de un color que contienen en su interior un pequeño circulito del color «contrario». No sé si el que decía eso tendría razón pero me parece bastante poco probable: Uno no puede ser alto y bajo a la vez, ni gordo ni delgado per sí que podría ser guapo y feo porque todo depende del color con que se mira.

Circunstancias y roles (10 de agosto de 2015)
Somos nuestras circunstancias, el rol que desempeñamos en la sociedad, sólo eso. ¿Qué sentido tienen nuestras pequeñas vidas si no es cumplir una función? Aparentemente ninguno. Después de dar un número variable de vueltas al sol todos desaparecemos mientras nuestros genes, con un poco de suerte, se transmiten de generación en generación en un ciclo sin fin. De nosotros perduran nuestras obras, aquello que tuvo una repercusión en la vida de los demás. Recordamos a Graham Bell por el teléfono, a Fleming por la penicilina, a Einstein por la teoría de la relatividad, a Hitler y Stalin por los genocidios. Todos ellos son historia como lo seremos nosotros más tarde o más temprano en el caso de que realicemos una aportación sustancial a nuestro entorno. Tal vez no perduremos a gran escala ni se nos enseñe en las escuelas pero al menos nuestros seres queridos conservarán un recuerdo de lo que fuimos para ellos.

¿Qué es primero, el pensamiento o la emoción? (20 de agosto de 2015)
Hay preguntas que parecen no tener una respuesta clara ni cierta. Un ejemplo es aquello que decían Siniestro Total de “quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos”. Otra es la que nos ocupa. ¿Qué es primero, el pensamiento o la emoción? Tequengo la impresión de que al final es algo parecido a “¿qué fue primero, el huevo o la gallina?”

¿Frenos de disco para la bici de carretera? (16 de septiembre de 2015)
Mira que llevo años montando en bici, y conforme pasa el tiempo soy más escéptico con los cambios que se nos intentan imponer. En la flaca he pasado de los platos de 52 y 42 con seis coronas atrás al compact 50*38 y 12-25 o 12-28, de cuadros de acero a aluminio-carbono; en la mtb empecé con una Boomerang de tres platos y siete coronas, horquilla de suspensión de muelles y ahora tengo una doble de 26“ todito aluminio, horquilla y amortiguador de aire (y digo yo que también aceite) y frenos de disco. Me resisto a entrar en el mundo del todo carbono, las once velocidades, un solo plato y eso de tener una bici para cada ocasión: que si aero, que si rodadora, que si de competición, que si de descenso, que si XC, que si RJ (esta creo que todavía no la han inventado, todo se andará), pero creo que ya era hora de que empezaran a popularizarse los frenos de disco en carretera aunque no me veo montándolos en ninguna de mis bicis. Claro que tampoco creía que fuera a tenerlos en la mtb, ni que pusiera pedales automáticos, ni que variase la altura del sillín para llevar la pierna casi estirada del todo o ni siquiera que me comprase una bici de montaña. Al final, por muy conservador que sea uno, acaba entrando por los modernismos que la industria nos impone y que suelen tener sus ventajillas.

Black friday, ay, ay (28 de noviembre de 2015)
Estoy hasta más arriba de la bola del gorro de esas tradiciones que nos invaden por todos los lados: En vez de la visita al cementerio del día de los Santos, los Reyes Magos, los garbanzos de pote en casa de la abuela o la compra mensual en el mercado del pueblo de al lado,  ahora nos hemos abandonado a cuestiones bastante más hedónicas como el Halloween, los regalos en Navidad que trae un gordinflón vestido de rojo, las pizzas, los kebabs, las hamburguesas o el risotto de los cajones que no es otra cosa que el arroz de toda la vida con marranadas varias.




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