domingo, 29 de enero de 2012

Blogerías y globerías, reflexiones en voz alta



¿Hay algo más extraño que un bloguero globero? Pues sí. Posiblemente un globero bloguero.

Un bloguero es alguien que escribe en un blog, extraña palabra que se utiliza para designar un espacio virtual en el que uno escribe lo que le da la gana. Empezaron siendo una especie de cuadernos de bitácora que sustituyeron poco a poco, por su simplicidad y facilidad de empleo, a las páginas web que ahora han quedado para usos profesionales. Los blogs, afortunadamente, todavía son gratuitos.

Un globero era el tipo que vendía globos, y que antiguamente solía desplazarse en bicicleta. Con el paso del tiempo la expresión ha quedado para designar a aquellos que montan en bicicleta pero que no son precisamente ciclistas profesionales. Un globero es al ciclista lo que el dominguero al conductor.

Confieso que escribir es una de las cosas que más me gustan, pero requiere muchísimo tiempo y mi vida está demasiado saturada en todos los aspectos. Escribir es una cosa y bloguear otra, requiere menos concentración y, aunque con los años ya no puedo hacer tres cosas a la vez como en el pasado cuando era capaz de redactar una entrada mientras mantenía conversaciones paralelas, las mañanas de domingo cuando todo el mundo duerme y las habitaciones están en silencio me agrada redactar nuevos textos aunque repitan antiguas ideas. Ahora, en dos mil veinticuatro, casi nada es inmediato y las entradas se publican meses después de haber sido escritas pero tampoco tiene gran importancia porque ya no nos leen como hace años y Google tiene más cosas en que fijarse que en nuestros pequeños escritillos, tan difíciles de localizar en la actualidad cuando cada vez vivimos más en matrix y menos en el mundo real.

Globear también me gusta. Desafortunadamente los años no pasan en balde y mis rodillas ya acusan el desgaste de más de doscientos mil kilómetros pero hago lo que puedo aunque tenga que renunciar al plato grande y a esas velocidades de hace años que ahora me parecen estratosféricas. Tampoco es que tenga demasiado tiempo para montar en bici, tendrían que inventar los días de cuarenta y ocho horas y todavía no sería suficiente. No voy a negar que ahora tengo las mejores bicis que he tenido en mi vida y las peores piernas, pero me temo que lo uno no compensa lo otro. El resultado es que para muchos aspirantes a ciclistas de poca monta soy un globero, con todas las letras, y de ello me enorgullezco, tanto que el logo de nuestro grupo ciclista es ahora una mariquita que simboliza lo poco pros que somos, de lo que también nos enorgullecemos.

Volviendo a la historia, un día se me ocurrió que no debía perder lo que había escrito en el blog. Tuve hace años un par de páginas web que desaparecieron sin avisar y casi me quedo sin recopilar todo lo que contenían. No quería que me pasara lo mismo con estos textos así que un día me puse a descargarlos al ordenador y, aprovechando que Lulu me permite realizar impresión bajo demanda, los he recopilado en un libro de unas trescientas páginas del que estoy orgulloso porque, hoy por hoy, es lo único que puedo escribir. Bueno, en uno no, son ya tantas páginas que voy por el cuarto tomo, pero no creo que nunca los ponga a la venta. ¿Para qué voy a hacerlo si se pueden consultar gratuitamente en los blogs?

 Hace  años que decidí que era el momento de eliminar entradas que pudieran dar lugar a equívocos pero el hecho tantas veces invocado de que cada vez soy un poco más viejo, un poco más sincero y qué más da me ha llevado a asumir que cuando nos expresamos con respeto, incluso o precisamente aunque vayamos en contra del discurso dominante, tenemos tanto derecho como quien piensa de otra forma a expresar lo que pensamos. Es cierto que hubo textos muy personales, casi íntimos, que me alegro de haber ocultado pero en los que quedan va buena parte de eso que quiero compartir, y espero que poco de lo que me gustaría reservarme para mí mismo.

Ahora, en enero de dos mil veinticuatro, publico una entrada en mi blog cada dos semanas a martes alternos y alguna que tiene que ver con la actualidad si creo que no puede esperar. Para evitar repetir circunstancias pasadas los textos más personales aparecen meses más tarde cuando considero que han perdido vigencia y los demás de modo inmediato. Escribir me sigue motivando, entreteniendo y agradando como siempre, y aunque ya no me lee casi nadie me parece una buena idea dejar ese tipo de huellas.


Última redacción 14 de enero de 2024